lunes, 10 de mayo de 2010

Pieers Con el pantalón bien puesto


Vino desde Huancavelica y supo encontrar su mercado. Hoy la familia Monterola tiene una marca a su medida

Por Mayra Castillo

Nunca quiso dedicarse a los negocios, pero los conflictos administrativos de una universidad limeña le hicieron perder un ciclo de Derecho y Ciencias Políticas. Wuiliam Monterola se aburrió de esperar y se dedicó al comercio, aquella actividad que practicaba en los veranos con su padre Alfonso. "Apenas había terminado el colegio pero ya había vendido helados y periódicos desde tercero de secundaria", recuerda. Él había llegado a Lima desde Chincha, pero su piel tostada estaba marcada por el sol de Huancavelica.

¿Qué vendían padre e hijo? Hasta 1988 solo pantalones de corduroy y jeans, que compraban a un pariente que confeccionaba las prendas. El negocio se concentraba en tiendas del Callao, pero especialmente en la pesquera concesionaria del puerto, que partió en 1990 del Perú. "Nos quedamos sin el cliente más importante y tuvimos que cambiar todo". Tras un sondeo con sus clientes, los Monterola empezaron a fabricar pantalones de vestir (de polistel). La marca Pieers recién veía la luz mientras se capeaba el último coletazo de la hiperinflación. "Vender no es lo mismo que producir, todo era diferente pero era lo único que garantizaba que haya rentabilidad".

Y así fue. Hasta 1993, Pieers era una marca medianamente conocida en galerías y mercados del centro de Lima, Surquillo, San Juan de Miraflores y Callao, que había incluido el drill en sus modelos para varones. ¿Qué faltaba? Llegar a provincias. "Pero ahí tuvimos una caída, pues trabajamos con vendedores independientes que desaparecían con la mercadería sin pagar los créditos".

Para evitar esa dependencia, Monterola creyó que debía buscar otra salida y viajó a Santiago de Chile a conocer de negocios similares. Halló la respuesta en las cadenas de marca. "En Gamarra no había tiendas con vitrina a la calle: lo común era que las galerías colocaran hacia afuera a los vendedores de telas". Para 1994 ya tenía cuatro locales en el emporio y desde entonces el crecimiento fue imparable. Pero no todo quedó allí: Pieers se transformó y amplió su producción a jeans, a ropa de damas, de niños y accesorios. "La idea era no perder al cliente que iba con su familia a comprar ropa nueva", apunta.


Hoy Pieers posee líneas para jóvenes, económicas y premium. Mudó su planta a Zárate, y allí produce 120.000 piezas al mes. El 70% de prendas son para hombres y similar porcentaje va a provincias, donde hay 10 locales más. Cada año crece 8% y recientemente ha vuelto a estudiar Derecho. Lo que hoy tiene es tranquilidad.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Y q sigan los exitos x muchos años más!!!.